martes, octubre 28, 2014

Felicidades

Me dijeron que hoy era mi cumpleaños, y me lo creí. Mientras yo me felicitaba, un tipo que pasaba en bici se acercó. Dio una vuelta: miraba curioso. Volvió a pasar más despacio. Y a la tercera vuelta paró y se bajó. Por esto y no por otra cosa suspendí -momentáneamente- mi agasajo.
- Así que es tu cumpleaños.
- ¿Ah? - simulé sorpresa - ¡Sí!, ¡sí que lo es!
- ¡Congratulaciones! - dijo aplaudiendo.
- ¡Muchas gratificaciones! - hice reverencia.
- Y... ¿vas a hacer una fiesta?, ¿una cena? ¿Tenés algún plan en especial?
- No. Recién me enteré. Además fui a la ópera hace dos días.
- ¡Uh! ¡Que interesante! - dijo sin denotar sarcasmo. Y agregó con entusiasmo una pregunta que exigía un sí por respuesta: - ¿Y te pusiste todo emperifollón?
- ¡Claro!, mirá - le dije, y saqué del bolsillo una foto - aquí estoy yo, ¿me reconocés?, y esta es la duda que me acompaña siempre.
- ¡Qué estilo! ¡Qué elegancia
- ¿Viste? Bueno, si me disculpás ahora, voy a seguir...
- ¿Te vas de fiesta?
- No, voy a dormir.
- ¿Puedo dormir contigo?
- Pero... ¿y tu bici?
- Y los tres - respondió tan tímidamente que casi caigo.
- No sé... - Todavía no terminaba de sonar la "e" que quise alargar, cuando apareció la duda, me agarró del cuello y me confirmó que no hay pruebas de que sea mi cumpleaños, ni de lo contrario. Tampoco sabe si ella es la de la foto, y por no saber, tampoco sabe si es a mi o al ciclista a quien venía a buscar.
Estas cosas pasan siempre. Espero que pronto alguien que nos conozca pueda desfacer este entuerto.
O de última que alguna nube se apiade, se ponga a llover, nos haga salir rajando sin tiempo para ponernos de acuerdo, y que casualmente terminemos en lugares diferentes. O no.

sábado, enero 04, 2014

Nino, Túmir, Vos.

Un monstruo duerme, el otro no quiere dejar que yo me levante. Estoy a punto de hipnotizarlo, pero temo que alguien diga su nombre, y el pobre quede en ese estado entre vida y sueño. Si yo tuviera la fortaleza que digo tener, y las convicciones que desprecio, otra historia estaría contando. Para comenzar, tendría otro nombre, y probablemente en lugar de matar a Dios, despreciar a Nietzsche, ignorar a Allen, y manipular a quien me lo haya permitdo, yo habría sido Dios, conocido a Nietzche, ignorado a Allen y maniobrado a quien se hubiese encontrado desprevenido.

Pero esa es la historia de siempre: "¿Qué hubiera pasado si?". A ver, ¿Qué si yo soy el único que está vivo?. Todos son robots, y están construidos para que mi mundo exista, en una cajita de fosforo que se abre y se cierra. O, ¿qué si digo que estoy pensando en una cosa cuando estoy pensando en otra aunque siga diciendo que pienso en otra, y para engañar al engaño piense en lo que inicialmente dije estar pensando?.

El monstruo que dormía se despereza. El que no dejaba que me levantara fue a traerme un vaso de vino. Nino, el que dormía, se libra a mordiscos de los pequeños hombrecillos que se alimentan de su sangre. Se aferran a algunos pelos, o a las escamas, pero Nino, el monstruo que a veces duerme y quita la vida, no le hace asco a nada. A nada, ni a sus pelos, ni a sus escamas.

Para describir el acto y la posición que debes tomar, será importante que desoigas las voces. Haz silencio en tu cabeza. Ten una porción pública del parque, pero no desestimes el descargo: cuando quieras llorar intenta vomitar; si necesitas irte de cuerpo, trae ropa suficiente; antes de estornudar deja que un poco de saliva se te escurra entre la comisura de los labios. Nunca se sabe hasta donde llegue todo esto.

Túmir, el que hacía un rato no dejaba que yo me fuera, o me levantara, y que luego fue a buscarme una copa de vino, no ha vuelto. Nino quería dormir otra vez, pero le pedí que fuera a traerlo. Pero en lugar de un monstruo, lo que me trajo fue a ti.

Te miré un poco de mala gana. Vos sabrás disculparme. Apenas levanté una ceja. Vos sabrás entenderme. Seguí escribiendo como hasta ahora. Vos sabrás dónde está Túmir. Dejé que te movieras poquito, muy poco. Vos sabrás cuando tenga que terminar.

domingo, diciembre 29, 2013

Entorno Privativo

La línea editorial del recurso de amparo ha sido subyugada. El subrogante, almirante primero, Segundo Primo Escolar, se dirige, de este modo, a cumplir con alguna tarea que le haya sido encomendada, deslindando responsabilidades, daños a terceros, perjuicios ocasionados y posibilidad de lucro, sin por esto dejar de ser quien dice ser que es.

En cuanto a lo siguiente, se ha mencionado, en más de una ocasión, la forma en la que osamos dirigirnos al mundo. Sépase de antemano, que todo lo que se encuentre a posteriori, confluirá, inevitablemente con la pausa que se toma el mundo, cuando nadie repara en ello, es decir, se lo espera. Si fuese de otro modo, tampoco tendríamos oportunidad de incorporarlo. El ejercicio, es, valga la redundancia, ejecutado sin mayores recursos, pero produce, una extraña sensación de vacío.

Circunstancia ideal para expresar cuanto sigue:

1. Siempre que el lugar esté vacío, dirígase a usted mismo, hasta encontrarse, o encontrar a quien lo sustituya.

2. Mientras los que escuchan estén hablando, ignórelos.

3. Partido por la mitad, el pan sabrá a queso, el queso a piscina, la piscina a sal, la sal a cloro, el cloro a mercurio, el mercurio a Saturno, y Urano a Platón. Sócrates hubiera resuelto el problema con la misma determinación que Friedrich, pero ninguno, el uno u otro, hubiera aprobado un exámen como este.

Por lo tanto, no diga cosas en las que no cree. Piense, sienta, y reaccione. No tolere jamás. Recuerde que lo políticamente correcto siempre viene atado con un manojo de hipocresías. Cierre las puertas de su casa. Desconecte el teléfono. Métase a internet por la puerta trasera. No encripte sus ideas, pero engañe al liberalismo. Diga que sí a todo lo que pueda producirle placer. Detenga un auto, por ejemplo, con ademanes extraños y con desesperación. Siéntase un poco superhéroe, y otro poco lagarto.

Nunca habrá de repetir lo aquí leído. Y cuando quiera volver a comenzar, invéntese las reglas que desee romper.

Atentativamente, próximo a la madurez, repentino, crónico, fabuléptico...

Güærd(i)an.

viernes, abril 13, 2012

11 Pcs. Made in China

Cómo no veía bien, y no me importaba, me hice el tonto un tiempo largo. Cuando ya nada ví, supe hacerme llevar al oculista y de él, una receta recibí.

Los anteojos son caros, así que busqué los más comunes y económicos y dije no no no, a cada extra ofrecimiento. Entonces, sin seguro, ni garantía, ni nada. Ahora están rayados, pero lo peor es que un tornillito amenaza, cada cierto tiempo, con caer. Más triste aún, sin embargo, no obstante, sería tener que comprar unos lentes nuevos. O peor aún, pagar más de la mitad para que me reparasen estos. Me tienta la idea de decirlo: Repararen.

Así que cuando la patita tambalea, yo le hago cosquillas detrás de la oreja. Los dejo reposar. Abro el cajón de los productos con función indeterminada, y saco la cajita con once piezas, hechas en china.

Es una lástima que al momento de ajustar el tornillito de la patita del lente de vuestro servidor, éste no pueda llevarlos puesto. Se sentiría un relojero suizo.

La vida de sus ojos será larga, pero no por eso apasible. Tic Tac, Tica Tiki, Toc, Toc, Pataplum!

martes, abril 12, 2011

El gato con vértigo

Hermano menor, y rebelde del que lleva las botas, recorre pocas terrazas, pero desarrolla una especie de superpoder que lo lleva a desarrollar de manera superpoderosa su poder.

Sus relaciones, muy al contrario de lo que podría pensarse, son de lo más normales. Su rebeldía no enloquece a nadie, indeterminados alimentos le proporcionarán placeres, que de otro modo, nunca podría experimentar, y no molesta. Defeca con normalidad, en un lugar habilitado para tal efecto, y caza insectos, o calcetines, para llevartelos de regalo.

Nunca trates de tomarlo en brazos, o esperar a que suba al segundo piso. Eso, es algo que el gato con vértigo no hará. Miau.

sábado, abril 02, 2011

Poesía esparcida. Retuerzo.

Historias en las que no importa si es una mujer y un hombre, ni dos chicas, o dos varones: historias en las que el amor no tiene nada que ver. Pero quiere, quiere.

Historias en las que los protagonistas se muevan por otras pulsiones. Disparadores varios, dineros, rabia, otro tipo de sentimientos, cosas, una muñeca inflable, con un short bien cortito, cortando el césped.

Historias sin césped. O con césped depilado, a flor de piel, miel de poros. Rubor de hojas de otoño, lucecitas verdes azules pardas.

Historias blancas, palomas contadas en vuelo, pájaros volando, pero también cuerpos suicidas, pianos, macetas, polvo de balcones, en los balcones, pantuflas como medias con dedo, y un poquito de sol.

Si golpean la puerta, pregúntales que tipo de historias traen. No compres las de siempre, pídeles una a medida, pideles suficiente, y sobre todo, de calidad.

jueves, marzo 17, 2011

Peripecia

Después de la absurda discusión del desayuno, el personaje decidirá entre volver a la cama, o sentarse frente a la computadora para leer los diarios, para no hacer nada, o para ver porno.

Entonces entra al baño, se lava los dientes para sacarse el sabor de la cerveza seca en la lengua húmeda, escucha el clic de la puerta, le sale un chasquido exagerado, y se burla de sí.

En el auto, la compañera del personaje, maneja con poca atención. En un semáforo se frota los ojos. Sabe que exageran, ambos, y le da risa que después les dará risa, como siempre, y harán el amor.

El personaje, en la casa, lee un artículo sobre emmanuelle y no se acuerda de ninguna escena en particular, pero sí de cuando vieron juntos la película, un domingo con resaca suave.

Ella, la compañera, maneja y se siente sexy. Se mira los ojos en el retrovisor. No entiende qué es lo que, de ella, a él le gusta, pero piensa que él tiene razón, que ella también se haría el amor. Se acuerda del placer -ni mejor ni peor- diferente que siente cuando se masturba. Piensa que él también tiene razón con lo de sus tetas, que a él le gustan tanto, porque sí, porque son muy lindas, normales, perfectas. Y ahí la belleza. Se siente feliz, y un poquito turbada.

Cuando el personaje termina de leer, se va a la ducha con una tremenda erección. La compañera antes de estacionar el auto, en el segundo subsuelo del estacionamiento, habrá hecho un recorrido lento con la vista, para asegurarse que nadie anduviera dando vueltas por ahí. Mientras, la humedad le sube por la espalda, en los omóplatos, siente un rico cosquillear en el cuello y la deliciosa fuente de todo origen.

El personaje es un secundario, las imágenes, gotas de agua tibia, se le mezclan con el orgasmo lechoso. Termina de lavarse, la piensa, y sabe que esa noche harán el amor.

Ahora tiene que partir. Ella ya llegó.